Demencia y la Hidrocefalia crónica del Adulto

La demencia y la hidrocefalia crónica del adulto son dos condiciones médicas distintas, pero a veces pueden ser confundidas de tal manera que se llega a un diagnóstico equivocado, condenando al paciente con hidrocefalia a la progresión de su enfermedad sin recibir tratamiento adecuado, cuando pudo curarse de la enfermedad si se hubiesen tomado las medidas correctas.

Por esta razón es muy importante que aprendamos a diferenciarlos para poder dar una mejor calidad de vida a un adulto mayor que aun pudiera disfrutar algunos años adicionales en buen estado neurológico.

La demencia es un término que se utiliza para describir un conjunto de síntomas que afectan la función cognitiva de una persona, incluyendo la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio y el comportamiento. La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, pero existen otras causas, como la enfermedad de Parkinson, la demencia vascular y la demencia por cuerpos de Lewy, entre otras.

La hidrocefalia crónica del adulto, por otro lado, es una condición en la cual se acumula líquido cefalorraquídeo en las cavidades (ventrículos) del cerebro, lo que puede provocar varias alteraciones neurológicas relacionadas a la presión intracraneal, incluída la demencia. Esta acumulación de líquido puede deberse a una obstrucción en el flujo normal del líquido cefalorraquídeo o a una incapacidad del cuerpo para absorberlo adecuadamente.

En algunos casos, la hidrocefalia crónica del adulto puede causar síntomas que se asemejan a los de la demencia, como problemas de memoria, dificultades cognitivas y cambios en la personalidad. Si bien la hidrocefalia crónica del adulto puede provocar síntomas similares a los de la demencia, es importante recordar que son condiciones distintas. Clínicamente, en estos pacientes se encuentra un grupo de síntomas denominados la tríada de Hakim:

  1. Alteración de la memoria
  2. Apraxia de la marcha
  3. Relajación esfinteriana

Cuadro clínico de la enfermedad de Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurodegenerativo progresivo que afecta principalmente la memoria, el pensamiento y el comportamiento. A continuación, se describen algunos de los síntomas y manifestaciones clínicas comunes asociados con la enfermedad de Alzheimer:

1. Pérdida de memoria: La pérdida de memoria es uno de los síntomas más característicos de la enfermedad de Alzheimer. Al principio, la persona puede experimentar dificultades para recordar información reciente, como eventos recientes o conversaciones. Con el tiempo, esta pérdida de memoria puede extenderse a recuerdos más antiguos y significativos.

2. Dificultades cognitivas: Los individuos con Alzheimer pueden experimentar dificultades en el pensamiento abstracto, la toma de decisiones, la resolución de problemas y la comprensión de conceptos complejos. Pueden tener problemas para seguir instrucciones, realizar tareas cotidianas o mantener la concentración.

3. Cambios en el lenguaje: Los pacientes con Alzheimer pueden experimentar dificultades para encontrar las palabras adecuadas, seguir o participar en conversaciones, o comprender el lenguaje hablado o escrito.

4. Desorientación y confusión: Las personas con Alzheimer pueden perderse en lugares familiares, desorientarse en el tiempo (por ejemplo, olvidar la fecha o la hora) y experimentar dificultades para reconocer a familiares y amigos cercanos.

5. Cambios en la personalidad y el comportamiento: Los pacientes pueden experimentar cambios en la personalidad, como apatía, irritabilidad, ansiedad, depresión, agitación, y comportamientos inapropiados.

6. Deterioro en las habilidades para realizar actividades diarias: A medida que la enfermedad progresa, las personas con Alzheimer pueden experimentar dificultades para llevar a cabo tareas cotidianas, como vestirse, asearse, cocinar y manejar las finanzas.

Estos son solo algunos de los síntomas comunes asociados con la enfermedad de Alzheimer. Es importante tener en cuenta que la progresión y la manifestación de los síntomas pueden variar de una persona a otra. Sin embargo, estos rasgos clínicos ayudan a diferenciar de la hidrocefalia crónica del adulto para la cual si hay una solución pero para la enfermedad de Alzheimer aun no disponemos de un tratamiento que logre una mejoría de los pacientes, sino mas solo se dispone de una tratamiento que disminuye la velocidad de evolución del cuadro clínico.

Tratamiento de la hidrocefalia crónica del adulto

El tratamiento de la hidrocefalia crónica del adulto generalmente implica la colocación de un dispositivo llamado derivación ventrículo-peritoneal (DVP) para drenar el exceso de líquido cefalorraquídeo del cerebro. Este dispositivo ayuda a aliviar la presión dentro del cráneo y a prevenir el daño cerebral causado por la acumulación de líquido.

El procedimiento de colocación de la derivación ventrículo-peritoneal implica la inserción de un catéter en el ventrículo cerebral para drenar el líquido cefalorraquídeo hacia otra parte del cuerpo, generalmente el abdomen, donde puede ser reabsorbido por el organismo. La derivación consta de varias partes, incluyendo el catéter, una válvula ajustable que regula el flujo de líquido y un catéter distal que se extiende desde la válvula hasta el lugar donde el líquido será drenado. Este es un procedimiento mínimamente invasivo, requiere realizar 1 incisión de 3cm en la región de la cabeza y otra de igual tamaño en el abdomen. El cateter pasa subcutáneamente desde la herida craneal hasta la abdominal, de tal forma que nunca queda expuesto, ni se visualiza. Se realizan controles de su localización por medio de radiografía simple.

Una vez colocada la derivación, la válvula puede ser ajustada por el neurocirujano para controlar la cantidad de líquido cefalorraquídeo que se drena, con el objetivo de mantener una presión intracraneal adecuada. Es importante hacer un seguimiento regular para asegurarse de que la derivación esté funcionando correctamente y para ajustar la válvula según sea necesario.

Además del tratamiento con la derivación ventrículo-peritoneal, es posible que se necesite tratar cualquier causa subyacente de la hidrocefalia crónica del adulto, como un tumor cerebral o una lesión que esté obstruyendo el flujo normal del líquido cefalorraquídeo.

Es importante destacar que el tratamiento de la hidrocefalia crónica del adulto debe ser supervisado por un equipo médico especializado. El seguimiento continuo es esencial para monitorear la función de la derivación y para abordar cualquier complicación que pueda surgir.

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